El poder del Juego: cómo dar la vuelta a nuestra crisis de creatividad

Encontramos un artículo bastante interesante sobre el juego en The Atlantic (Puedes verlo en inglés aquí). Personalmente, nos resulta bastante difícil estar en desacuerdo con el autor. Dísfrutalo


La división entre el trabajo y el juego es un mito. Si Estados Unidos va a enseñar a su juventud a innovar, tenemos que unir ambas cosas.

Hace casi una década, John Howkins escribió un libro titulado «The Creative Economy: How People Make Money From Ideas. Del mismo modo, Richard Florida identificó la «clase creativa» y sugirió que la innovación provendría de un «núcleo supercreativo». Pero de alguna manera, incluso con estos conocimientos, nos hemos quedado atrás.

Según Newsweek, Estados Unidos se encuentra en una crisis de creatividad. TIME informa de que los estudiantes de hoy son menos tolerantes con la ambigüedad y tienen aversión a la complejidad. Y The Futurist sugiere que el mayor reto al que se enfrentan nuestros hijos es su incapacidad para pensar de forma realista, creativa y optimista sobre el futuro. Despierta, Estados Unidos. La verdadera amenaza para que Estados Unidos siga siendo una superpotencia no es un arsenal de armas, sino la falta de un arsenal mental.

Las empresas de innovación de hoy en día no preguntan ni se preocupan por las habilidades básicas, las calificaciones o las puntuaciones de la selectividad, sino que quieren saber si puedes hacer una lluvia de ideas sobre todos los posibles usos del plástico de burbujas.

El 85% de las empresas actuales que buscan talento creativo no lo encuentran. En una encuesta reciente de IBM, 1.500 directores generales identificaron la creatividad como la competencia de liderazgo número uno del futuro. Y las Naciones Unidas acaban de publicar el Informe sobre la Economía Creativa de 2010, que sugiere que los países creativos son más resistentes económicamente. Como dijo Tim Draper en el documental 2 Millones de Minutos, «Estados Unidos es el único país que no parece reconocer que compite por las grandes mentes y el capital del mundo».

Durante mi discurso de apertura en el MIT´s Sandbox Summit el año pasado, sugerí que «el juego es el mayor recurso natural en una economía creativa». En el futuro, las economías no estarán impulsadas por el capital financiero, ni siquiera por el capital científico, más estrechamente enfocado, sino también por el capital lúdico. Preveo que los países que se tomen el juego en serio, no sólo alimentándolo en la educación y la mano de obra, sino también formalizándolo como un esfuerzo nacional, ascenderán rápidamente en el orden mundial. Esto no es Twister en la sala de juntas. Más bien es lo que Jeremy Levy, profesor de física de la Universidad de Pittsburgh, llamaría «una forma muy avanzada de juego».

La alfabetización es como los «Legos». El dominio básico de las matemáticas, la lectura y la escritura son, y seguirán siendo, los componentes básicos de la educación. Pero tenemos que avanzar en nuestra capacidad de utilizar estas alfabetizaciones. Mientras que Estados Unidos lucha actualmente por alcanzar un 30% de competencia lectora en 4º curso, otras potencias económicas como la UE y China han iniciado su búsqueda de formas avanzadas de juego. Por ejemplo, el gobierno chino ha lanzado recientemente una iniciativa de cinco años sobre el fomento de la creatividad y la innovación en China, y están recurriendo a empresas de diseño como Frog Design para que desempeñen un papel.

Estas formas avanzadas de juego pueden describirse más adecuadamente como superpoderes del juego. Los superpoderes, según mi definición, son las habilidades físicas y mentales que desarrollamos para adaptarnos y prosperar en un mundo complejo, al tiempo que exploramos las oportunidades creativas que posibilita el progreso global. Aunque pocos refutarán que necesitamos un cambio en la educación, el mayor debate puede ser sobre cuáles deben ser estos superpoderes y su papel en este cambio.

La respuesta podría venir en forma de la clásica pregunta de una cena. «Vivo o muerto: ¿a quién invitarías a tu cena?» Si invitáramos a los mayores pioneros del juego de nuestro tiempo, como Stuart Brown, Howard Chudacoff, Will Wright, Edward De Bono, Katie Salen, Jane McGonigal, Beau Lotto, Sir Ken Robinson, Henry Jenkins y Daniel Pink, tendríamos una respuesta bastante sólida. Los superpoderes no son alfabetizaciones. No son materias estrechamente definidas. Y no son una plataforma tecnológica. Son habilidades naturales que fomentamos a propósito y que amplían nuestro potencial humano. En una Era Conceptual, los superpoderes del juego definirán el nuevo PIB.

Algún día, en lugar de medir la memorización como indicador de progreso, mediremos la capacidad de nuestros hijos para manipular (deconstruir y hackear), transformarse (pensar con flexibilidad y ser tolerantes al cambio) y moverse (pensar «con las manos» y jugar productivamente).
Las pruebas de aptitud estandarizadas serán sustituidas por nuestras capacidades de ver (observar e imaginar), sentir (tener empatía y motivación intrínseca) y estirar (pensar de forma abstracta y sistémica).
Avanzaremos en nuestras capacidades para colaborar y crear.

Para cosechar las recompensas de estas habilidades, debemos dejar de lado el mito de que el juego y el trabajo son dos cosas distintas. El juego debería ser nuestro mayor trabajo, ya que es el mayor motor de la innovación. Las empresas de innovación de hoy en día no preguntan ni se preocupan por las habilidades básicas, las calificaciones o las puntuaciones de la selectividad, sino que quieren saber si puedes hacer una lluvia de ideas sobre todos los posibles usos del plástico de burbujas. Esto es lo que yo llamaría el Manifiesto MacGyver: Debemos combinar la aplicación práctica de nuestros conocimientos aprendidos con el uso inventivo de estas habilidades para resolver problemas difíciles.

Por eso enseñaré a mi hija a sumar con colores además de con números. Mientras otros niños aprenden a coser, ella también desmontará la máquina. No sólo conocerá la tabla periódica tradicional, sino las otras versiones válidas que nunca nos enseñan en la escuela, y luego hará una propia. Le diré que no hay exámenes para la presidencia, y que no se pueden resolver los vertidos de petróleo con respuestas de opción múltiple. Si todo el mundo espera que sea una superheroína, entonces tendrá los superpoderes para serlo. Al final, todo se reduce a una conclusión sencilla pero evidente: EL FUTURO FAVORECE A LOS FLEXIBLES.

Artículo Original escrito por Laura Seargeant Richardson

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